Diario de una mentirosa

Es un día como cualquier otro de un mes sin importancia.
Vuelvo a casa con la máscara en la mano, invisible para los ojos que no quieren ver y muda para los oídos que no escuchan el silencio.
Llego a la puerta. La luz está encendida.
Respiro hondo y me pongo la máscara, deseando que esta calle las voces que suplican constantemente en mi interior.
Me mira… Se está acercando.
La máscara se desliza lentamente por mi cara y se libera de las cadenas que la estaban sujetando, cayendo con un grito oculto al suelo.
Entonces empieza.
Un “qué has estado haciendo” que me agarra del brazo,
un “me preocupo por ti” que me empuja con violencia,
un “qué les has contado” directo a la mandíbula,
un “lo siento” que busca mi mirada,
un “no te creerán” que me impacta en el abdomen,
un “sabes que te quiero” disparado al corazón.
Y por último,
una caída con destino LIBERTAD.

Emma Faith