Arrastrando los pies

Han tenido que oírme. No puede ser que nadie fuera de la habitación se haya dado cuenta de que no quería estar ahí. Nadie ha venido a ver qué pasaba, el porqué de mis “basta” o “para” ni mis lamentos. Y no solo eso, me han visto salir llorando cuando él me ha echado y a nadie le ha importado. No sólo me duele el alma, mañana tendré que esconder bien este moretón si no quiero preguntas. La hora y media más larga y angustiosa de mi vida y aún tengo que dar las gracias por poder hacer el camino de vuelta a casa más humillante que yo recuerde.

Magsus