Aroma a nardo

Una carta misteriosa
estaba bajo mi almohada
era linda mi alborada
calientita y olorosa.

Olorosa porque había
un ramo de nardos blancos
eran tan blancos los nardos
como el amor que sentía.

Él, me decía en la carta
que me amaba con ternura
y que pronto una albura
me tendría subyugada.

Sería una albura brillante
una claridad artística
una sorpresa bellísima
la promesa de un amante.

Y resultó que en la noche
regresó para quedarse
ya nunca más alejarse
para amarnos con derroche.

Y transcurrieron diez años
de trabajos y pasiones
y dos nardos en botones
son nuestros hijos amados.

Él me encanta, yo le encanto
él me llena de armonía
y una traviesa niña
se entretiene en nuestro canto.

Yo lo amo, él me ama
y un chicuelo muy latoso
nos transmite el alborozo
de la noche a la mañana.

El compartir nuestros tiempos
el compartir los trabajos
el compartir los encantos
es dicha en todo momento.

Nardo