Adiós

El conserje del edificio saluda a Lucía como todas las mañanas. La observa alejarse calle abajo, sin saber que hoy es un día diferente. Atrás quedan los insultos, gritos, patadas, arrepentimientos, regalos, excusas y búsquedas de culpables. Se marcha en silencio, discretamente, como ha sido su vida durante los últimos años.

Hoy ha roto con todo.
Cuando Luis, el conserje sube las escaleras del edificio comprobando que todo este en orden, se encuentra las llaves de Lucía en el felpudo. Sin agacharse a recogerlas continúa con sus quehaceres diarios sabiendo que no volverá a verla más.

Vaneglo