A ella no

Ella nunca le tuvo miedo a nada.
Ella era una mujer fuerte y segura de sí misma.
Seguía ejerciendo un control considerable sobre la vida de su hijo a pesar de que era ya un hombre adulto.
Nunca creyó que existiera una violencia específica sobre las mujeres; no conocía semejante cosa y la parecía una exageración.
Hasta que una madrugada sonó el teléfono. Era su hijo: “Mamá, la he matado. He matado a mi mujer! No sé cómo ha sucedido! LO SIENTO, Mamá”.

Frida