Esta actividad forma parte de la campaña de activismo que se lleva a cabo con motivo del día 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres, en el marco del “Programa para Educar en Igualdad y Prevenir la Violencia de Género. Hacia un voluntariado por el Buen Trato” de Fundación Mujeres, con la financiación del Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 a través de las Subvenciones del 0,7 a actividades de interés social.
Socialmente, se tiende a pensar que las inteligencias artificiales, que cada vez se han impuesto más en nuestro día a día, funcionan por sí mismas y de forma independiente. Sin embargo, la realidad es que detrás de cada algoritmo se encuentra un humano socializado en un entorno social plagado de estereotipos de género.
Todos los datos y algoritmos que se esconden detrás de cada inteligencia artificial, suponen una representación del pensamiento de aquel grupo de personas que ha trabajado en su programación. Debido a la realidad social que viven estas personas, este pensamiento está influenciado por unos sesgos de género, estigmatizadores hacia las mujeres, que se reflejan en dichas inteligencias artificiales. Es decir, los sesgos de género presentes en los datos recolectados para configurar estos sistemas, dependen de la información que las personas creadoras han proporcionado. De esta manera, la propagación de los estereotipos de género a través de las inteligencias artificiales no es casualidad, sino que depende del equipo humano y la realidad que hay detrás de su creación.
Una de las causas de la desigualdad existente en los algoritmos de las inteligencias artificiales es la masculinización de dicha industria. El 80% de los profesionales de este ámbito, son hombres. Un claro ejemplo de dicha sobrerrepresentación masculina es la siguiente: cuando se programa una inteligencia artificial con funciones básicas, como son Siri o Alexa, la voz que se les pone es femenina. En cambio, cuando pensamos en Watson, de IBM, un sistema más complejo creado para la resolución de problemas, la voz es la de un hombre.
Delante de la gran presencia de sesgos de género que fortifican y reconfortan pensamientos estereotipados a través de las inteligencias artificiales, la cuales ya forman parte de la vida cuotidiana de las personas, surge la necesidad de replantear dicho sector. Para evitar la discriminación a través de las inteligencias artificiales, hay que crear algoritmos inclusivos y, para ello, se tiene que aumentar la diversidad en los datos recolectados y en los equipos de trabajo.
De este modo, podremos usar las inteligencias artificiales para el cambio social en materia de igualdad. Y, por ejemplo, como dice la UNESCO, usar estos sistemas como descodificadores de género para ayudar al uso de un lenguaje sensible a cuestiones de género.
Por Ariadna Coll Nieto – Alumna en prácticas de Fundación Mujeres
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