Una ventana

Pienso en mi madre, en su sonrisa y su cálido abrazo. Recuerdo las montañas inmensas y el cielo limpio y azul en verano. Mis ojos abiertos se fijan en el techo blanco y desconchado, en la luz, sin ver nada. Respiro, pero no sé si estoy viva. Pienso en mi hijito. Mi cuerpo está sobre la cama, tumbado, no sé si es mío o de otra. Observo a ese hombre sucio, noto su sudor y su peso sobre mí. Una embestida tras otra, otra más, otro más. Pienso de nuevo en mi hijo, le dejé allá lejos con mi madre, le dejé para venir a trabajar y darle una vida mejor, pero me engañaron. Ahí sigue el hombre, no termina, jadea y acelera su respiración, siento dolor, pero no puedo gritar. Estoy lejos, mi mente está lejos, recuerdo las montañas, el viento frío. Al fin se levanta, se viste y se va. Siento asco ¡ay, si ella supiera! Cierra la puerta. Vuelve mi alma al cuerpo, pero no quiero sentir. Bebo otro trago. Me miro al espejo y no me reconozco, no me veo. Ya no sé quién soy yo. Lo que daría por tener una ventana en este cuarto. Me engañaron, han destrozado mi vida. No sé cómo salir de aquí. No puedo escapar. Suena de nuevo la puerta. Abandono el cuerpo y mientras me siento en la cama, finjo una sonrisa.

Amandier