Testigo

Un día la puerta quedó abierta. Mi piel se erizó, pelo levantándose, dientes a la vista en un gruñido grave que sentí temblar en mi pecho. Mi cuerpo empujó la puerta, sorprendiendo a mi dueña, que estaba en el suelo, manos alzadas protegiéndose el rostro amoratado.
“¡Saca a ese maldito chucho de aquí!” gritó él, antes de intentar patear a mi humana.
Me moví sin pensar, colocándome entre ellos. El zapato golpeó mi costado. La voz de él se alzó una vez más, y sentí sus manos acercarse a mi cola mientras me intentaba levantar. Mordí ciegamente hasta que el olor de sangre inundó mis sentidos y los llantos de él desbordaron la habitación.

Girl of The Songs