Mi papá me enseñó

Mi papá me enseñó que las señoritas se sientan con las piernas cerradas. Por eso aprendí que nunca tendré la intención de ser una «señorita», sea lo que sea que eso signifique.
Mi papá me enseñó a tenerle miedo al castigo físico, pero luego aprendí que el temor más grande está en la cobardía de quien se impone a los golpes.
Mi papá me enseñó que las mujeres debemos ser sumisas, estar flacas, ser vírgenes e ingenuas si deseamos ser queridas. Pero yo aprendí que solo alguien muy enfermo creería que eso es querer, y por eso busqué quererme yo, loca y rebelde.
Por suerte, de todo lo que me enseñó mi papá, no aprendí nada. Aprendí de mí, y eso es todo lo que necesito saber.

Haru