Limpieza

Más caliente. Más. Mucho más. Escuece, pica, quema, arde. Pero quiero más. Más de treinta, más de cuarenta. La piel enrojecida, frotando una y otra vez con aquella pastilla de jabón lagarto. Mata las pruebas, las señales, los signos. Agua. ¡Mata! Jabón. ¡Muerde! Más. Que se ahogue el sonido, que se apague su risa. Que se callen sus gritos, sus gemidos broncos, sus bruscas palabras. Que se calle.
De un rápido movimiento limpio el vaho del espejo y me encuentro conmigo. O lo que queda de mí. Me avergüenzo.
Me devuelve a la vida el sempiterno sonido. Nuestra canción. Los arrugados dedos con tacto garbancero pulsan con miedo. El cursi corazón. Un lo siento. Un “no volverá a pasar”. Ese “te quiero”.
Vuelvo a mirarme en el espejo. No me encuentro. Una risa vacía. El rastro de un beso en la comisura, la mirada hueca y un temblor en los labios secos.
¿ Qué es el amor? Es que… ya no me acuerdo.

La Oveja azul