La última sonrisa

Quizás era mucho pedir que alguien le escuchase, le entendiese. Aquel 15 de Enero llegó el primer insulto, el primer grito y la primera noche sin dormir. El tiempo pasó, y la violencia, las vejaciones y las amenazas aumentaron. Ojalá algún día alguien le hubiese visto rezando a aquel Dios en el que tanto creía, confiando en que pronto le ayudaría. ¿Por qué a ella? Sara sólo escuchaba: “Algo habrás hecho”, “¿Acaso eres tonta como para aguantar todo eso?, ¿No será que estás victimizándote?”.
La estación de Atocha sería el triste final de una joven enjaulada, cuestionada y sin fuerza para continuar. A Sara le empujaron, sin piedad, sin dudar, a las vías de un tren. Y en ese momento, cuando se acercaba su final, encontró aquella felicidad perdida. Sara por fin sintió cómo se desencadenaba, y una pequeña sonrisa dibujó su cara pues su tormento acababa y cuando ella tocase el suelo y su alma subiese al cielo, por fin la sociedad le haría caso, todos le creerían y nadie le juzgaría, aunque a cambio hubiese tenido que perder su vida.

“Maryam”

Mariam Ashalem de Andrés