Esta última redada

– Parece que te ha afectado mucho esta última redada, te veo reflexivo y esquivo.
– Sí. ¿Has visto el telediario? Apenas será noticia un día. Luego se aparcará el tema hasta la siguiente redada. Pero yo no lo olvido: no te imaginas lo que nos encontramos al asaltar los clubs: ese desfile de mujeres ¡o niñas!, medio desnudas, tapándose con harapos de lentejuelas, avergonzadas, atemorizadas, despojadas. A veces, hay que buscarlas debajo del asqueroso cuerpo que aún se sacude apurando los últimos segundos.
– Nunca te he visto así. Quizá ahora que nuestra hija ya es mayor, esto te cale más hondo.
– No es eso. Siento que algo me urge y me quema por dentro, pero no quiero descubrirlo porque temo sentir vergüenza.
– ¿Vergüenza? ¡Tú no eres uno de los clientes o de los proxenetas!
– No hace falta que lo sea, siento que las traiciono cuando no me revienta la foto de calendario con la mujer desnuda en postura obscena o cuando justifico las despedidas de soltero en los clubs de alterne porque “solo van a tomarse una copa y ver el ambiente”. ¿Te das cuenta? Ni siquiera nos molesta el turismo sexual. ¡Es incongruente!
– Amor, amor, no me equivoqué contigo: nuestros hijos cambiarán el mundo.

PERLA