El “no” que no se pronuncia

El “no” a veces no se pronuncia, se aprisiona dentro del cuerpo, se arremolina en cada entraña, y se amontona en cada poro de la piel. Pero se emite, aunque a veces no se diga. Se siente, aunque a veces no se oiga. Se muestra, aunque no se quiera ver.

Está ahí. En el rostro desolado de la mujer que te suplica con los ojos que te detengas. En la mirada incómoda de quien te advierte que no quiere seguir. En el intento de apartarse de quien te chilla con el cuerpo que te alejes. En las pestañas selladas de quien permaneciendo inmóvil, te muestra su terror. En la inconsciencia de quien no puede consentir.

El “no”, a veces, no se enuncia, no llega a ser hilo de voz, y aún sin pronunciarse, es un grito afónico, que resulta ensordecedor.

Cristina Nieto