Culpas silentes

“Entre llantos, noches de soledad, paredes silentes, y guardias hostiles. Cumplió su sentencia, llevándose además de su ropa vieja, cicatrices en el alma. Salió feliz como pájaro contento esa tarde de la cárcel. Abrazó a su hijo ya mayor, y rompió en lágrimas. Solo él era culpable de cada miseria, y etapa perdida en la vida de su hijo. Aún así, José lo abrazó agradecido, por cada carta que había recibido. Sabía bien el crimen, pero él lo quería. Pero en el pueblo, las cosas eran muy diferentes, vecinos exaltados esperaban reunidos hacer justicia por la muerte de Cándida. Piedras, bates, cuchillos, eran algunas de las armas blancas que le esperaban a Rafael. Llegaron a casa, media hora más tarde, para abrir la puerta y encontrar violencia. Víctima ahora él, de a quien había condenado a sufrir por años. Rompió en lágrimas Rafael, confesando que había sido todo un plan, hecho por él y su esposa, la víctima, para que su hijo pudiera cobrar el seguro de vida y vivir dignamente. Pero nadie se lo creyó…y entre gritos pidiendo justicia, y gritos de dolor, vio José la vida de su padre desvanecerse frente a sus ojos.” Dejó caer una lágrima de emoción, tras leer la sinopsis de su biografía.

Morosha