Carta a una hija

Siempre,
he creído en príncipes azules.

En que con un chico guapo, de ojos claros, pelazo, que se cuide, sería Feliz.

Siempre,
he creído, que mis problemas se resolverían gracias a un HOMBRE.

Pero se quedó en eso, en CREENCIAS.

Porque HOY, me desprecio más que nunca, no sé en qué pensaba.

SIEMPRE,
recordaré las disputas que tuvimos.

SIEMPRE,
veré, TODAS y cada una de las MARCAS que me dejaste.

SIEMPRE,
me engañabas, solo me querías por y para una cosa (como no, por sexo).

(Deseaba que se quedase dormido, para poder verte a ti, mi hija, mi ÚNICO AMOR VERDADERO).

Pero era tanto el deseo de tener una vida perfecta, que no pensé en que me iba hundiendo, como cuando un niño mete un barco de papel en el agua, con toda la ilusión del mundo, esperanzado en que flote y al final acababa hundiéndose, en el más putrefacto y asfixiante mar de lágrimas que yo misma hice.

Ansiaba tener un rato en el que no sentirme un cacho de carne,
lo único que deseaba,
era terminar lo que un día quise
y que ahora me aterroriza
(solo de pensarlo me dan escalofríos).

Quedé presa del MIEDO,
NO pude huir,
De aquellos duros RECUERDOS,
Antes de MORIR.

(Cuídate) Te quiere,
Mama.

M. Corral