Ave fénix

Cuando todo terminó, la denuncia, las declaraciones, las exploraciones, las sesiones del juicio, la sentencia… estaba exhausta, rota por dentro y por fuera. Dentro de sí, después de aquella noche de fiesta y todo lo que se desencadenó a raíz de la violación, todo había cambiado para siempre. Sucumbía a las ganas de no salir nunca más de su casa.
Muchas personas la culparon a ella, muchas cuestionaron su conducta al salir sola por la noche, muchos la llamaron puta y promiscua, desinhibida sexual, provocadora.
Pero también, hubo muchas personas que supieron que ella no tenía la culpa, que vieron y compartieron su dolor, que defendieron su derecho a ser libre y repitieron hasta la saciedad que nada justifica una agresión sexual, ni la ropa, ni las copas…
Fueron muchas las personas que se levantaron para luchar con ella, por ella… y por todas.
Ella, por fin, supo que no tenía nada de qué avergonzarse, supo que estaba convirtiéndose en referente para muchas mujeres que, como ella, habían sido agredidas y, al salir a la calle, sintió el aire de la libertad sobre su rostro.

Amora Libre