Avanzar

Abrió los ojos. Se tapó como pudo con la ropa que estaba por el suelo, rasgada. Se secó la piel, salpicada. Sus piernas entumecidas se encogían y estiraban, buscando ponerse de pie. Sin arrastrase. Avanzar hacia la puerta. En el cajón de la entrada, sus dedos temblorosos buscaban ese cartoncillo plastificado pero encontraban una foto de carné de hacía no mucho, aunque su cara dijera que hacía tanto. Ansiosas, no torpes, sus manos se apresuraban a rescatar su DNI, aferrándose a su nombre. “Carmen” suena tan bien. Ya no lo recuerda. Pero, cuando su cuerpo iba justo a traspasar el umbral, un frío helador se apodera de todo su ser. Una cuerda fina y transparente la atraviesa de la cabeza a la planta de los pies. Había bastado con oír el susurro cantado “¡Cositaaa!” y que la mirara, para que ella sintiera que no se podía mover. Anclada sin entender. Querer y no poder. Desnuda otra vez. A lo mejor mañana lo podría acometer. Al menos hoy había sentido que escapar era el camino para volver a ser. Aunque saliera en las noticias como “ayer fue demasiado tarde”, su mente había dado el primer paso y ése era el que nunca pensó que llegaría a ver.

Syribe