Primera vez

«He notado esta mañana cómo se han sonrojado sus mejillas al rozar su mano sin querer. Y cómo se han cruzado nuestras miradas en los cambios de clase. En el recreo ella me ha propuesto hacer los deberes juntos en su casa y me he puesto muy nervioso.

Mis colegas me decían, ya sabes, que hoy iba a pasar.
Sus padres no estaban y sabíamos que nos gustamos.

Con el libro de mates sobre la mesa no nos podíamos concentrar. Nerviosos, al final, nos hemos dado… ¡Un abrazo! Ha sido largo y he percibido su olor y su respiración. Ella debía estar notando cómo me latía de rápido el corazón y cómo me he excitado.

Nos hemos dado un beso en los labios demasiado rápido (creo que he sido algo torpe).

La verdad es que me apetecía besarla más y mejor. Pero he leído en su caída de mirada, en el contacto con la piel de su brazo y en la posición de su cuerpo que para ella estaba bien así.

Y para mí también. Nos hemos sonreído.

Estoy tirado en la cama y no me puedo dormir, estoy contento y ella me ha dicho que también.»

Ahora que leo mi propio escrito de adolescente diez años después comprendo que con sólo 15 años ya sabía que el sexo es eso: disfrutar juntos desde lo que apetece a ambos.

HADALUNARIA